Hace un par de años, el director de cine de origen hindú M. Night Shyamalan estrenó La Joven del Agua, en la que había una representación en forma de caricatura de un crítico de cine. Lejos de ser una crítica inteligente, la descripción del personaje del crítico parecía producto de una rabieta infantil, que, sin embargo, no estaba exenta de razón.

Shyamalan, uno de los directores mas vapuleados de la historia reciente de Hollywood, sólo tiene un éxito de crítica y público: El Sexto Sentido. Sin embargo, tiene en su filmografía obras de la talla de El Bosque, Señales o El Protegido, esta última una de las mejores películas de la Historia del Cine.

Las razones del fracaso de sus películas pueden venir del éxito de El Sexto Sentido, y las expectativas de que todas sus películas se parezcan argumentalmente a la película que le lanzó a la fama; pueden ser por un estilo marcadamente propio, y ajeno al standard de Hollywood; o quizá provengan de las pretensiones de trascendencia que el director hindú añade a todas sus películas. Y es que las pretensiones son algo que está muy mal visto.

Puede que su fracaso venga por todas esas razones o puede que por ninguna, pero más interesante que las causas de su fracaso son los resultados. Y es que el maltrato con el que críticos y productores han sometido a Shyamalan se ha notado en la calidad de sus películas. Tanto en La Joven del Agua como en El Incidente hay muestras de talento pero un deterioro evidente que hacen dudar de si será capaz alguna vez de volver a tener la fuerza que hacía de sus películas una experiencia reveladora.

El Incidente es una película de Shyamalan, y Shyamalan, como autor que es, se mantiene fiel a sus temas, que repite en todas sus películas. Aquí tenemos una crítica a la paranoia y al aislamiento propio de la cultura del miedo post-11S (como en El Bosque), una llamada a toda la Humanidad a realizar un cambio y, concretamente, a volver a comunicarse con la naturaleza (como en La Joven del Agua), la aparición de fenómenos sobrenaturales que sirven como catalizador para que sus protagonistas lleguen a estados más elevados (como en todas sus películas y, especialmente, en El Protegido) o la espiritualidad en los ambientes más cotidianos (de nuevo en todas sus películas, que por algo es, o era, el heredero nº 1 de Spielberg).

El argumento pertenece al genero catastrofista y trata de un fenómeno que hace que la gente se comporte de un modo extraño para después suicidarse. El protagonista es Elliot (Mark Wahlberg), un profesor de ciencias, que, junto con su mujer (Zooey Deschanel) y la hija de un amigo intentan que no les pille.

El comienzo es verdaderamente bueno. Un Shyamalan que parece estar en forma, enseña, con una buena puesta en escena, los primeros casos del suceso en Central Park. Todos los grandes momentos de la película son las representaciones del fenómeno, es decir, el terror más puro con suicidios en masa. Shyamalan sigue siendo reconocible a la hora de administrar el suspense, planificando con el sonido en off (como con cierta llamada por teléfono móvil) y con set-pieces bastante imaginativas (como una que gira en torno a una pistola). Hay también un momento de vídeo casero que recuerda al de la fiesta de cumpleaños en Brasil de Señales, aunque sin el mismo efecto.

El problema viene cuando se agota la idea, y Shyamalan empieza a meter vacío para rellenar, dando lugar a episodios totalmente anodinos que nada significan dentro de esta película (aunque hay un momento que recuerda a Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal). Tampoco ayuda mucho una pareja protagonista totalmente hostiable, que de pueril que es hace imposible la identificación. Supuestamente, todo el desarrollo argumental serviría para que los dos protagonistas llegasen a una comprensión mayor del uno sobre el otro. Y de hecho el clímax sería excelente si no fuera porque los personajes están tan mal escritos durante todo el desarrollo anterior (y los actores no hacen nada para mejorarlo) que es imposible de creer.

Por último, y como colofón para la insignificancia de la película, quiero destacar lo mucho que ha degenerado el hindú a la hora de hacer historias trascendentales en un marco cotidiano. En El Bosque, una película que está a años luz de ésta, Bryce Dallas Howard, que es ciega en la película, es capaz de “ver” a los personajes por el “color” que emiten. Ese mismo elemento tiene su equivalente en El Incidente en ¡un anillo cutre que cambia de color con las emociones! Si a esto le añadimos el niño de La Joven del Agua que veía mensajes en las cajas de cereales, podemos intentar adivinar como serán las próximas películas de Shyamalan (si logra hacerlas, porque los productores le van a cerrar el grifo de un momento a otro): ¿veremos a un taxista que descubre el sentido de la vida en los números de su licencia? ¿los Todo a 99 centavos se convertirán en templos espirituales? ¿Habrá una muchacha que compra compulsivamente Maneki Nekos (los gatos japoneses de decoración que tienen una pata levantada) y luego se descubre que puede hablar con Dios a través de ellos?

En fin, no querría dejar la impresión de que no me ha gustado nada, porque como ya he dicho, hay una serie de set-pieces realmente logradas, pero, del hombre que creó El Protegido, esto es completamente indigno.

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