de Nacho Vigalondo
Tenía ganas de escribir un comentario sobre el omnipresente debut en el largometraje del director cántabro nominado al Oscar, Nacho Vigalondo. Cierto es que podría haberlo hecho cuando la vi, a finales del año pasado, en el Cinemad, como hizo muchísima gente (Vigalondo comentaba que “Nunca había visto tantos bloggers juntos”), pero en vez de correr para ser el primero en poner algo, lo que no iba a conseguir, porque ya la habían visto antes en Sitges, y en Trieste, Austin y otros lugares donde no paraba de arrasar, preferí esperar al momento que sería más útil para el espectador medio: un pelín antes del estreno.
Y es que de verdad ha pasado mucho tiempo desde que se empezó a ver la película en distintos lugares hasta que el esperado estreno en España. Entre medias ha habido venta de derechos de distribución en un montón de países, venta de derechos para hacer el remake en Estados Unidos (los tiene United Artists), éxito en numerosos festivales (llegando a más de un 90% de críticas positivas en el Austin Fantastic Fest), un juego online muy elaborado al que reconozco que no juego por pereza y miles de entradas en blogs. Es evidente que, mientras los medios hablaban del éxito del cine español con películas como REC o El Orfanato (que también tendrán sus respectivos remakes, todo sea dicho), en internet, cualquiera mínimamente enterado de lo que acontecía en el cine fuera de nuestras fronteras sabía que Los Cronocrímenes era realmente la película española con más éxito, triunfando en todo el mundo, menos en España.
Sí, la película española más exitosa del mundo, y añado, merecidamente. Y es que rara vez un largo había sido tan suculento para un debutante, porque, y en esto se parece a El Diablo Sobre Ruedas, es una carta de presentación hecha con cuatro actores, cuatro lugares de rodaje, cuatro duros y un argumento mínimo. Y nadie puede decir que necesita más.
No creo que desvele nada que no se sepa ya si digo que la película trata sobre viajes en el tiempo, pero por esta misma razón es difícil decir algo sin destripar nada del final, ya que en una película de estas características el final puede ser el principio y el principio puede ser, a su vez, el final. Sí puedo decir que tiene una estructura sinuosa y que una de las cosas más llamativas del guion es que no hay un hecho que sirva como desencadenante, porque si ponemos una letra a cada suceso, A sería causa de B, B lo sería de C, pero C lo sería de A con toda la ilógica de los viajes en el tiempo. En su aparición de ayer en el programa de Buenafuente, Vigalondo decía en broma que aquí en España no nos podemos permitir hacer películas con viajes en el tiempo que lleguen hasta la edad antigua, así que había que conformarse con viajes cutres, de unas horas. Ese es el principal condicionante de la historia, y es lo que le da sus principales atractivos.
En definitiva, y para no destripar mucho, terminaré diciendo que se podrían encontrar semejanzas entre la trama de la película y el acto de realizar películas, o, en general, de narrar, porque se basa en una sola secuencia que según avanza la película se hace más complicada, con los detalles añadidos (aunque todos estuvieran ahí desde un principio). Existe, por lo tanto, un pequeño componente metacinematográfico.
Conclusión: Película totalmente recomendable, gracias a un guion de hierro, unos actores mejores de lo que parece en un principio (está el propio Vigalondo entre ellos), una narración directa y poco efectista, una fabulosa creencia en el principio de “menos es más” y una premisa totalmente bizarra, y más en el marco del cine español.
O si no, ve a verla porque todo el mundo habla de ella (al menos en internet).
Habra que ir a verla no?