Cuando una película, que además es de un género tan típicamente americano como el melodrama, se presenta con unas maneras tan clásicas, lejos de la supremacía del movimiento de cámara o del montaje visible como motores principales, aunque sin restarles importancia, resulta difícil diferenciarla de lo académico y lo tradicional sin sustancia. Eastwood en particular suele demostrar constantes temáticas y técnicas que ante un ojo mal acostumbrado pueden parecer planas, rodadas según el manual y buscando el sentimiento fácil. Ya que está en la producción de la película que comento, voy a mencionar a Ron Howard y a cuestionar qué habría pasado si hubiese dirigido, por ejemplo, “Million Dollar Baby”. Evidentemente todo el mundo estaría de acuerdo en que el resultado sería muy distinto, pero no sería tan fácil diferenciar los tipos de planos que usarían uno y otro, cuándo los usarían, cómo sería el montaje, cómo afectaría a la estructura del guión, etc. Clint Eastwood no es Guy Ritchie, Christopher Nolan o Zack Snyder, y a pesar del clasicismo con el que trabaja, o quizás por ello, se arriesga mucho más con cada una de sus películas.
Pero aún no hemos respondido a la pregunta: ¿qué hace a Clint Eastwood diferenciarse del academicismo de Ron Howard o del típico telefilm lacrimógeno? La primera respuesta sería una coherencia en tema y estilo. Eastwood no se pasa de un lado a otro del espectro según la película que le den. Ha evolucionado, claro, y siempre adapta sus formas a la historia que esté contando, pero en el fondo podemos reconocer que él está detrás y que también adapta la historia a su propia personalidad. No obstante, esto no es suficiente. Lo verdaderamente importante es que detrás de la aparente sencillez vacía, de hacer el trabajo e irse a hacer otra cosa, hay una desnudez formal, no os engañéis, muy difícil de conseguir, que separa cualquier barrera entre narrador y observador. Esta película es como si, en un bar, nos encontramos con un testigo de los hechos y éste nos contara la historia allí mismo, con todo lujo de detalles, como si de una catarsis personal se tratase.
Es extraordinario cómo, con una historia tan impactante, la película mantiene un pulso firme y no se recrea casi en el dolor, y digo casi porque, y es lo único malo que diré de la película, quizá se percibe cierto sadismo por parte de Eastwood para ganarse al público en la parte del manicomio. Lo demás es lo justo y necesario, y lo genial de asunto es que, si percibís que se ha pasado en más ocasiones es porque sois vosotros como espectadores los que habéis reconstruido el horror a partir de los elementos dados. Y es que esta película es un ejemplo de madurez narrativa: saber qué información dar, cuándo darla, cómo administrarla, cuándo permitir al público anticiparse a los hechos. Sólo así consigue un maestro envolver a un público atento durante más de dos horas sin trucos visuales o sonoros.
Sorprendentemente, esa misma serenidad está también en la interpretación de Angelina Jolie. Viendo trabajos anteriores, no sé qué ha hecho Eastwood en la dirección de actores para sacar algo tan tremendo, pero debió de ser impresionante, y no sólo con la protagonista, porque no hay una sola interpretación mala en toda la película.
Ante la desnudez formal de la que hablaba, Eastwood hace un ejercicio clásico basado en los rostros, los gestos, los silencios, sin olvidar el uso de los elementos cinematográficos, como los encuadres o la permanencia del plano. Por eso lo que parece una historia que se queda en denunciar la corrupción policial, va profundizándose poco a poco, y aparecen las contradicciones, los contenidos subyacentes y, en definitiva, la complejidad. Por que no existe otra película estrenada en este país este año más difícil de abarcar (igual existe un par igual de difíciles, pero no más). Por eso, “El Intercambio” es una obra maestra que hay que ver, y volver a ver, y volver a ver,…
La verdad que es una obra de un gran nivel, sin embargo en mi muy humilde opinion le falta algo a la cinta ya que no voy a decir que me aburriera ni mucho menos, pero a lo largo de las dos horas veinte minutos de proyeccion si que perdi en ciertos momentos la concentracion, pero segun estan las cosas por la cartelera en estos tiempos destaca mucho. Veremos que tal con Gran Torino.
Por cierto con Gomorra, Wall-e y El Divo es de las que más me ha gustado en lo que va de año desde los oscars
Tengo que ver El Divo urgentemente.
En lo mejor del año yo metería Encuentros en el Fin del Mundo, un documental de Werner Herzog en una estación científica en la Antártida, con varias líneas temáticas. Nada que ver con los típicos documentales “chill out” de naturaleza.
Yo espero ansiosamente Gran Torino, después de ver El intercambio me quedé con ganas de mas Clint. Por cierto, Angelina esta muy bien en esta peli, subestime demaciado hasta El Intercambio.
Gran Torino, hay quien ya la ha visto y dice que es impresionante. Totalmente Eastwood.