Rafa Cortés y Àlex Brendemühl son coautores del guión de “Yo”. El primero se encargó de dirigirla y, el segundo, de interpretar el papel protagonista. O, al menos, el de uno de los dos protagonistas (ya comentaré esto). La película se estrenó en España el 6 de julio de 2007, sin ruido mediático, a pesar de que iba acompañada de varias menciones y premios en unos cuantos festivales. “Yo” hizo algo de ruido; no el ruido “oficial” que puede hacer un Amenábar, por ejemplo, sino un tipo de ruido más débil, común a cierto tipo de cine (y audiovisual) español, que, al tiempo que se hace fuerte, ya va conquistando ciertas barreras mediáticas.
Yo (sin comillas) la vi por primera vez el otro día, que ya iba siendo hora, llegando a la conclusión de que es la mejor película española de los últimos años que haya visto. Y ahora veamos por qué.
“Yo” tiene dos protagonistas, y ambos se llaman Hans. Uno de ellos está físicamente presente en todas las secuencias de la película, está interpretado por Àlex Brendemühl y la narración de la película está pegada a su presencia y conocimiento, esto es, la información está limitada a la información que tiene Hans (una subjetividad bastante acorde con el título de la película. Hans es un alemán acaba de llegar a un pueblo de Mallorca, y empieza a trabajar como sirviente “para todo” para el dueño de la casa más grande y lujosa que hay por allí (otro alemán). El otro Hans apenas aparece en la película (y ese “apenas” ya es decir demasiado), pero su espíritu está flotando en cada momento. Ese Hans trabajó anteriormente para la misma persona y en el mismo puesto que el nuevo Hans. Además, parece haber dejado una huella importante en todos los personajes (habitantes del pueblo), hasta el punto de que su personalidad amenaza, cual Rebecca, con poseer al nuevo Hans.
Decía el director Rafa Cortés (de quien ésta es, increíblemente, su primera película), que no parecía haber un punto concreto que separase la introducción del nudo. En parte tiene razón, si es que se puede dividir a esta película de esa manera, ya que el motivo del “Hans anterior” se introduce tan suavemente que lo mismo daría situar el punto de inflexión en el primer momento en el que se menciona al primer Hans, como en el momento (bastante separado en la narración) en el que el segundo Hans descubre dónde está el anterior. Entre ambos momentos, existe un episodio relacionado con una botella de Cardhu, y el objetivo inicial de Hans 2 (con permiso de Nacho Vigalondo, jeje), que viene a ser conservar su empleo, se va identificando sin una división definitoria estricta, con un segundo objetivo: liberarse de Hans 1, evitar que le posea, y hacer que el pueblo se olvide de él (el objetivo, según los comentaristas deportivos, de los nuevos fichajes en el fútbol, cuando sustituyen a alguien muy bueno).
No obstante, antes de que el espectador pueda formar todo este significado en su cabeza, la presencia del Hans original ya ha cobrado bastante fuerza, incluso llegando a recurrir al lenguaje de pelis de fantasmas (esa puerta de la habitación que ocupaba Hans, que se abre como si la moviese un espíritu), y su influencia en el nuevo Hans es suficiente para crear en éste cierto complejo que le haga moverse a escondidas en ocasiones (toda la trama Cardhu), hasta el punto de adoptar (la película) la forma de thriller casero (en la segunda mitad se volverá thhriller rural).
Con todo esto, “Yo” se mueve en un sistema de deducciones, sobreentendimientos (si el cine es elipsis, “Yo” es puro cine), y ambigüedades que subrayan la subjetividad de la película, y alimentan el thriller que lleva dentro. Además, existe una sucesión de símbolos, algunos con más sentido que otros, que acompañan a la pérdida de la identidad de Hans (la comparan en una ocasión con la reencarnación) y con la hostilidad escondida bajo signos (como quien juega al truc) del ambiente en el que se mueve.
“Yo” se desarrolla en un pueblo mallorquín con mar, pero sólo aparece el mar al final de la película. Es entre las paredes y tras las esquinas del pueblo donde se esconden los hechos del pasado, los sentimientos y las intenciones que los movieron, y donde flota el espíritu de Hans. Si el nuevo Hans podrá finalmente ser Él, es, desde luego el último quid de esta película con una forma compleja, pero completa.