Milk

El “setentismo” es bastante común en el cine americano actual, como indica la aparición de ciertas películas de prestigio ambientadas en esa década, como “Munich”, “Zodiac” (fotografiada por Harris Savides, al igual que “Milk”) o “El Desafío”, además de algunos cambios de estilo en otras películas que, independientemente del tiempo en el que transcurra la acción, recuperan la distancia, complejidad y realismo de una de las mejores décadas de la historia del cine americano (y mundial). Dentro del primer grupo de películas, y un poco dentro del segundo, se encuentra “Milk”.

Esta mirada hacia atrás es la búsqueda de un punto de referencia después de la confusión que comenzó en los 80, tanto a nivel social, en cuanto al materialismo y a la ligereza moral, como a nivel narrativo y cinematográfico, en cuanto a la imagen vacía y al lenguaje MTV. La vuelta a los 70 significa un regreso al compromiso y a la reivindicación de valores a nivel social y político, así como al clasicismo narrativo y a la armonía entre forma y contenido.

Dentro de las fechas en las que transcurre “Milk” se estrenaba una película dirigida por Sidney Lumet llamada “Tarde de Perros”. En ella también estaba presente el tema de la homosexualidad y las dificultades de los homosexuales en la sociedad. Además, también estaba inspirada en un hecho real. Además de las obvias diferencias a nivel narrativo y cinematográfico, la principal era que en la película de Lumet, el protagonista (Al Pacino) luchaba contra las circunstancias mediante un acto antisistema (atraca un banco), mientras que Harvey Milk (Sean Penn) se integra en el sistema, y su objetivo es mucho más ambicioso. De esta manera sabemos que Gus Van Sant tiene, a pesar del final de su protagonista, una visión más optimista y esperanzada, y que confía en las instituciones y en el funcionamiento de su país.

Es por esto que, retirándose, aunque no completamente, del estilo que llevaba utilizando en sus cuatro últimas películas, Van Sant se vuelva un poco conservador (no temáticamente, por supuesto), a la hora de abordar una película que al fin y al cabo entra dentro del modelo “guioncéntrico” habitual en Hollywood. Como director intenta aparecer lo mínimo, y se limita a ilustrar y recrear el texto, y llega, no por casualidad, en el cuarto acto (la película tiene cinco), a hacer un biopic al uso. Y digo que no es casual porque la transición de un estilo libre a otro más encorsetado coincide con la evolución de la narración, que pasa de un entorno más íntimo a otro más “oficial” según avanza la película.

Uno de los puntos clave de la película es la aproximación a la historia desde distintos lenguajes. Predomina la pretensión de documentar a través de una recreación bastante conseguida a través de una puesta en escena bien sintetizada, una fotografía que simula el documental y un montaje que intercala imágenes de archivo, varias de ellas procedentes del documental “The Times of Harvey Milk” (Rob Epstein, 1984). No obstante, a veces nos encontramos con imágenes icónicas, como puede ser la de Harvey Milk caminando con unos niños a cámara lenta, o bajando unas escaleras mientras la bandera gay se despliega en el fondo del encuadre. De esta manera se combina un acercamiento informativo con otro más glorificador. Pero no se queda ahí la cosa, relacionado en la película con la ópera, aparecen momentos de estilo más dramático, normalmente relacionadas con el triunfo o la muerte de Milk. Fijaos en el momento en el que un niño da un panfleto de propaganda de Dan White a Harvey Milk. La música, la velocidad y el tipo de plano subrayando adecuadamente el primer encuentro (indirecto) entre Harvey y el hombre que lo va a matar. Por último, existe un tratamiento íntimo, que, como dije, se va diluyendo según avanza la película aunque no desaparece del todo. Lejos de limitarse a humanizar superficialmente al protagonista, el punto de vista se sumerge completamente dentro de la intimidad de Harvey Milk, buscando a la persona en lugar del personaje. Es con este tratamiento con el que aparece un simbolismo que nos ayudará a entender a los personajes.

El problema es que estos cuatro estilos, o tratamientos, no comparten un objetivo común, y chocan los unos contra los otros sin complementarse, salvo algunas ocasiones. De poco nos sirven la mayoría de las conversaciones entre Harvey y Scott (James Franco) si no van a tener su continuidad lógica por una serie de elipsis demasiado abruptas, destinadas a narrar sus inicios políticos. Sí nos sirve, por ejemplo, ver como Harvey le aplasta una tarta en la cara a Scott, para ver cómo después uno de los gays ricos (no me acuerdo del nombre) hace lo propio con Harvey después de haber ganado el referéndum contra la proposición 6, con todo el significado que tiene.

Falta de complementariedad entre las distintas formas de narrar, unos personajes y un contexto (principalmente político) algo desdibujados y un desarrollo algo torpe en su punto medio son los puntos débiles de la película. Sin embargo, lo positivo sale ganando. La recreación, tanto actoral como de puesta en escena, conseguida, el compromiso social y un uso inteligente de los recursos narrativos y visuales hacen de “Milk” una buena película.

3 pensamientos sobre “Milk”

  1. Creo que es lo mejor que he escrito hasta ahora, aunque se me sigue yendo un poco al final.

  2. Si la verdad es que está muy bien redactado, mis felicitaciones. En cuanto al analisis de la película comparto en buena medida lo que argumentas, sin ser una obra perfecta te mantiene en la butaca las dos horas diez que dura, y el trabajo de Sean Penn es genial, no así el de Diego Luna al que acabé odiando a lo largo de la proyección.

  3. Se dice que la fotografía de esta película es espectacular. Yo entiendo poco del tema, pero…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *